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Economia Social de Mercado
Economia Social de Mercado

Economía social de mercado

Tu trabajo, tu empresa, tu libertad: todo eso depende de la economía social de mercado

Lo que está en juego en Colombia

¿Alguna vez te has preguntado por qué puedes abrir un negocio, comprar una casa o elegir entre varias marcas en el supermercado? Todo eso es posible gracias al modelo económico que tenemos en Colombia: la economía social de mercado. Un modelo que combina la libertad económica con la responsabilidad social. Suena técnico, pero te lo explico fácil:

¿Qué es la economía social de mercado?

Es un sistema donde las personas —como tú, como yo— y las empresas toman decisiones económicas libremente: qué producir, qué comprar, dónde trabajar. No es el gobierno el que dice qué debes hacer, sino tú, según tus intereses, habilidades y sueños. Pero no todo vale: hay reglas claras para que el mercado sea justo y no se abuse de nadie.

Esta economía tiene tres pilares fundamentales:

  1. Propiedad privada: El derecho a tener cosas que son tuyas: una casa, un negocio, una tierra, una moto. Nadie puede quitártelas sin razón.
  2. Libre empresa: La libertad de crear una empresa, trabajar por cuenta propia o vender tus productos, siempre cumpliendo la ley.
  3. Libre competencia: Todos los negocios deben tener las mismas oportunidades. Así tú eliges lo que más te conviene, con mejores precios y calidad.

Y sí, hay reglas. El Estado está ahí para vigilar que nadie haga trampa, para proteger el medio ambiente y garantizar que nadie quede atrás. Ese equilibrio es lo que llamamos una economía social de mercado.

¿Qué dice la Constitución?

Nuestra Constitución de 1991, en el artículo 333, dice claro: todos tenemos derecho a trabajar, a emprender, a tener propiedad privada, pero con una condición: todo eso debe cumplir una función social. Es decir, no podemos usar nuestros derechos para dañar a los demás.

Además, el Estado debe intervenir cuando alguien se pasa de la raya: cuando hay abuso de poder, prácticas desleales o cuando una empresa busca aplastar a las demás.

¿Y por qué esto importa para ti?

Porque esta estructura es la que te permite:

  • Abrir tu tienda o peluquería.
  • Tener clientes sin que una empresa gigante te aplaste.
  • Que tu salario venga de una empresa que funciona gracias a reglas claras.
  • Elegir entre varios productos y servicios según tus preferencias. 

Cuando todo esto se debilita, no solo afecta a los “grandes empresarios”, te afecta a ti, a tu familia, a tu trabajo, a tu emprendimiento, a tu futuro. Cerca del 80% de los empleos del pías los generan Microempresas.

¿Qué está pasando hoy en Colombia?

En los últimos años, el Gobierno ha tomado decisiones que ponen en duda este modelo. Aquí van algunos ejemplos que nos deben preocupar a todos:

Colombia está enfrentando un momento decisivo. No se trata solo de cambiar políticas, sino de alterar la base misma sobre la cual hemos construido nuestra economía. Si debilitamos la economía social de mercado, corremos el riesgo de caer en modelos que ya han fracasado en otros países: sistemas donde el Estado controla la mayoría de los sectores productivos, reduce la competencia, desincentiva la inversión y, al final, empobrece a la ciudadanía, genera desempleo y restringe libertades.

Lo que está en juego es nuestra posibilidad de crecer, innovar, emprender y progresar como sociedad. Es la diferencia entre una economía donde tú decides tu camino o una donde el Estado lo impone. Entre una economía que genera empleo o una que depende de subsidios insostenibles. Entre una sociedad con múltiples oportunidades o una con escasez, dependencia y frustración.

Esta no es solo una discusión entre expertos. Es una conversación que toca lo más básico: cómo vivimos, cómo trabajamos y cómo soñamos en Colombia.

1. Desconfianza en la empresa privada

El presidente ha insistido en que muchas empresas son “acaparadoras” o que hay que reemplazarlas por empresas públicas. No se trata solo de que el Estado quiera producir directamente, sino de que esto implicaría desplazar al sector privado en sectores clave.  tales como salud, agricultura y energía. Esto ha hecho que muchos inversionistas —grandes y pequeños— piensen dos veces antes de poner su plata en Colombia.

¿Y qué pasa si nadie invierte? No hay nuevos negocios. No hay empleo. No hay crecimiento. Todo se estanca.

2. Más obstáculos para emprender

Cada vez hay más normas, más requisitos, más cambios en las reglas. Muchas pequeñas empresas se han visto atrapadas en trámites, impuestos altos o cambios súbitos en las condiciones. Emprender se está volviendo un riesgo, no una oportunidad.

3. Señales contra la libre competencia

Cuando el gobierno decide que va a crear empresas estatales para competir directamente con las privadas, esto no solo representa un giro en el modelo económico, sino que también abre la puerta a una posible desindustrialización del sector privado, al reducir su espacio y capacidad de acción en sectores donde tradicionalmente ha sido motor de inversión, innovación y empleo. 

Eso no es competir limpiamente.

4. Ataques a la propiedad privada

Aunque no se ha cambiado la ley, el discurso presidencial ha generado miedo. Se habla de expropiación, de que la tierra no se puede “tener sin usar”, de redistribuir lo que algunos tienen. Aunque el uso social de la propiedad es un principio constitucional, ese lenguaje constante de amenaza ha hecho que muchas personas teman perder lo que han trabajado toda su vida por construir.

5. Se está frenando la generación de empleo

La economía de mercado es el motor del empleo. Cada vez que se abre una tienda, una empresa de transporte, una cafetería, un emprendimiento digital, se crean puestos de trabajo. Cuando una empresa crece, contrata más personas. Y cuando se compite de forma justa, se mejoran los salarios, las condiciones laborales y se generan más oportunidades.

Pero cuando las empresas enfrentan trabas, miedo o incertidumbre, dejan de contratar, o peor, despiden. Hoy, miles de pequeños y medianos empresarios están frenando sus planes de expansión porque no saben si el entorno es seguro. Y sin inversión privada, no hay empleo digno ni sostenible.

No basta con que el Estado diga que va a generar trabajo directamente. El empleo estatal no alcanza para todos. El verdadero generador de empleo en Colombia es el sector productivo privado. Y si ese motor se apaga, todos lo vamos a sentir.

¿Cómo te afecta a ti?

Cuando la economía deja de ser libre y empieza a ser dirigida desde el poder:

  • Te pueden cerrar opciones. Menos productos, menos servicios, menos empleos.
  • Te pueden quitar la libertad de emprender. No por ley, sino porque el entorno se vuelve hostil.
  • Pierdes poder como consumidor. Si el Estado controla los precios o impone monopolios, no hay de dónde escoger.
  • Se frena el progreso. La gente deja de innovar, de arriesgar, de invertir. Y eso se nota: en la calidad del trabajo, en los precios, en el acceso a bienes básicos.
  • Se pierde empleo. Si no hay confianza para invertir, las empresas no crecen y los puestos de trabajo desaparecen. Afecta a jóvenes, madres cabeza de hogar, trabajadores formales e informales por igual.

Entonces, ¿qué podemos hacer?

Primero, entender. No se trata de defender a grandes empresarios, se trata de defender tu derecho a elegir, a tener, a emprender y a vivir sin miedo.

Segundo, exigir que se respete la Constitución. La propiedad privada, la libre empresa y la libre competencia no son lujos ni caprichos, son garantías para una sociedad libre, justa y en crecimiento.

Tercero, alzar la voz. Cuando sientas que estas libertades están siendo amenazadas, dilo. Compártelo. Haz que más personas entiendan que sin economía de mercado, no hay bienestar para nadie.

RECUERDA

Colombia no necesita menos libertad económica, necesita más oportunidades para todos.
Sí, podemos y debemos avanzar hacia una sociedad más equitativa, pero sin desmontar las bases que han permitido que miles de colombianos progresen con su esfuerzo.

La economía social de mercado no es perfecta, pero cuando se respeta y fortalece, abre caminos reales para que cada persona pueda salir adelante. Promueve la libre empresa, protege el trabajo digno y estimula la innovación. Nos permite elegir, emprender y crecer.

Construir un país más justo no exige renunciar a nuestras libertades económicas, sino aprovecharlas para generar más empleo, más inversión y más desarrollo.
No se trata de retroceder, sino de avanzar con inteligencia, cuidando lo que funciona y mejorando lo que falta.

La libertad económica es una aliada del bienestar. Protejámosla.

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